viernes, 20 de abril de 2012

mi vida sin omepratzol

puede que el cuatro de julio ninguno tengamos ya trabajo, que los proyectos veloces se hayan ido al traste, que nuestras casas sigan sin ordenar y nuestras vidas sin arreglar. pero da igual. porque el cuatro de julio toca disfrazarnos de adolescentes de cuarenta años y saltar a la pista como si fuera el último día. saltar a bailar, llorar y gritar. como si no hubiese fin, ni pasado ni futuro. como si fuera enero de 2004 y fuésemos tan felices que no importaba no ver a paco clavel. como si tuyyo no necesitásemos aquel concierto en león. como si todo lo que importa en este mundo estuviera en una canción que habla de cosas intrascendentes y miedos superlativos.

el cuatro de julio es el día de la revancha de los novatos. el día en el que los perdedores nos hacemos dueños del mundo y cogemos, solo por unas horas, el toro por los cuernos y las riendas de nuestros destinos. el cuatro de julio es el día en que, por momentos, no existe el cinco de julio, ni el siete ni el diecisiete.

y después, cuando todo haya terminado, ya tendremos tiempo de sentarnos a pensar si solo queda sucumbir. pero eso será después, cuando las luces se apaguen, nuestras lágrimas se sequen y volvamos a esta soberana mierda que algunos han decidido llamar realidad.

empezando a tachar fechas. cuatro, tres, dos, uno...

2 comentarios:

  1. y puede que el cuatro de julio todos sigamos con nuestros trabajos, que los proyectos veloces estén en marcha, que nuestras casas dejen de estar desordenadas y nuestras vidas algo más arregladas. puede que el cuatro de julio no necesitemos ningún disfraz para ser unos adolescentes saltando a la pista como si fuera el último día.

    ¿nos lo curramos?
    ...de momento mañana tapar un par de boquetes y devolver al césar parte de lo que un día fue suyo. habrá que pensar algo para el domingo, y para el lunes, y para el........

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